Like A Rolling Stone

Una figura desgarbada y cabeza bien despeinada, con botines tallados que algún día fueron negros, pantalones entallados que delinean apenas unas piernas, chaquetas que esconden un diminuto torso y unos ojos profundamente azules engendran a un hombre legendario de Duluth Minnesota. Un tipo religiosamente rebelde en pensamiento, cuerpo y alma, quien sin intención impulsó y desarrolló la voz de generaciones que caminaban en contracorriente a la acción política del gobierno estadounidense de los años 60´s, incluso en contracorriente de si mismo. Pocos lo entendieron y aún no entienden, muchos lo idolatraron otros lo abuchearon, para algunos era un poeta, para otros un cantautor social, quizá el estandarte de la música Folk por un par de años, un músico del blues nato, un roquero sin remedio… todo pudo ser.

Un ser humano que acompaña su vida con una guitarra sea acústica o eléctrica, una harmónica, pluma y papel para retratar con tinta la realidad del mundo de forma sutil, fácil, compleja… no importa. Él no pretendió ser una estrella o un icono generacional, sólo deseaba expresar sentimientos, locuras, aventuras, su filosofía de vida, cantar, escribir, ganar unas monedas, enamorarse, drogarse, perderse, como cualquier individuo en esta tierra, sin embargo, Dylan no es como cualquiera, es especial, revolucionó el mundo por instantes, la música por largos años, y lo más importante, se revolucionó a sí mismo, cuando todo el mundo comenzaba a entenderlo él ya estaba en otra etapa, cuando la gente lo escuchaba él ya no los escuchaba sólo se dejaba llevar por lo que sentía, cuando todos lloraban él reía, cuando ellos marchaban él se drogaba, cuando dormían él escribía y componía la historia del futuro cercano.

Pasarán los años, morirá, moriré, moriremos y Bob Dylan continuará escuchándose en el mundo entero.

Bob Dylan