¿El beberlo te hace vulnerable?
El recorrido que hace del roce de tus labios al paladar, atravesando tu garganta hasta llegar, caer y tocar el vacío es… el paraíso; “sólo un trago”, te dices a ti mismo, a pesar de saber que no será un trago sino una copa; tras haber degustado la primera, tu paladar exige mas, y es entonces cuando es ineludible sentarte junto a la botella para evitar el pararte una y otra vez, lo cual quiere decir que no será una copa mas, sino una botella mas; desde la segunda copa te percatas y antes decides si será una larga noche de alcohol o sólo un par de tragos insignificantes que antes de la media noche ya habrán terminado. Tres, cuatro, cinco, seis copas has bebido, tu cuerpo aún responde y quizá es cuando mejor responde a cierto tipo de estímulos vigorosos, intensos y muy delicados; tu cerebro aún trabaja lenta muy lentamente, sin embargo, sabe que esta noche debe permanecer suspendida en la libertad de continuar con la intoxicación. Después de haber perdido la cuenta, sólo crees haber tomado lo suficiente para sentirte mejor, o bien, lo necesario para explotar en el olvido de un llanto recordando a viejos e imposibles amores; después de haber rebasado el límite, sólo sabes que el beberlo es lluvia, que el beberlo sabe a lluvia, que el beberlo te hace vulnerable.
¿Me equivoco?
1 comentarios:
Según yo existe un punto de no retorno al terminar una copa, aunque lo identifiques plenamente no es fácil detenerse.
Saludos gracias por la visita.
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