lunes, 26 de febrero de 2007

The dream...

Erase una vez una amable, tolerante, amigable y entusiasta chica que habitaba una gran ciudad de un lugar llamado México, lugar único e inigualable en el planeta, pues poseía una gran riqueza natural a lo largo de sus litorales, climas enigmáticos y hermosas tierras cultivables, razones por las cuales la población vivía en bellas y enormes casas, de resplandecientes verdes jardines humeantes de rosas rojas y bellas mariposas tornasol conviviendo con pequeñas y libres aves. La gente que habitaba el lugar era despreocupada, amable, tolerante y entusiasta como aquella chica, pues no tenían razones para vivir de otra forma; poseían remunerables y humanos empleos cercanos a su hogar, las familias permanecían unidas y felices, tenían a su servicio eficientes hospitales, suficientes instituciones académicas, y capaces servidores públicos de escuchar y dialogar.

La chica asistía a una de aquellas instituciones académicas, un centro de conocimiento impresionante, donde el saber, respeto y justicia figuraban como estandarte; los estudiantes eran estudiantes, únicamente se preocupaban por asistir y estudiar, no tenían la inimaginable necesidad de trabajar y abandonar los estudios. Sus amigos, eran chicos comprensivos, dedicados al conocimiento, solidarios e inteligentes, imposibles de contar con los dedos de ambas manos, todas las tardes solían reunirse en las áreas verdes del centro del saber para discutir y retroalimentar sus clases, acompañando y amenizando la charla con deliciosos jugos de mandarina. Sus profesores, hombres producto del saber que además de ser profesores eran compañeros, amigos y humanos que tenían mismas capacidades, mismos derechos y mismas obligaciones.

¡Ahhhh Qué bello es el mundo! decía la chica, observaba los frondosos arbustos, las claras e intocables nubes blancas, la tranquilidad de las avenidas, el viento limpio y puro que la rodeaba, paso a paso se dirigía a casa, con tranquilidad e integridad se acercaba a casa; fue en el andar, alrededor de las cuatro y cuarenta y cinco minutos de la noche, cuando un gran insectoaveanimalnuncaantesvisto color sangre del tamaño de una pelota de baseball se acerco sigilosamente a su oído y murmuro “The dream is over”, súbitamente se desplomó justo en el centro de un hermoso pastizal, ahogado por las bellas mariposas tornasol, colibríes multicolor y rosas rojas innumerables. Tiempo después, alrededor de las nueve y cuarenta y cinco minutos, despertó…

1 comentarios:

Blogger Garash ha dicho...

Muy chido tu texto me sentí identificado en cierta forma, me ha agradado mucho tu blog.
Saludos!

2 de mayo de 2007, 23:52  

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