¿Recuerdas?
¿Recuerdas la indiferencia sentida en alguna noche de encuentros? No es él, ella o ellas, eres tú, quien ni el vino, cerveza o mezcal logran amenizarte, ni la mota obtiene tranquilizarte, ni el sexo siquiera apasionarte… entonces ¿Qué es? Probablemente no es nada, solamente sucede que te haz quedado solo, solo en medio de él, ella o ellas, sobrio aún con vino, cerveza o mezcal, inconsciente sin drogas en el cuerpo y sexo vilmente ordinario. No es desconfianza, tampoco es preocupación, no existen los prejuicios, nunca un mal entendido, no aburrimiento pero, no es el momento, sólo sucede que no es el momento, no es tu momento.
De esta forma sucedió la noche, uno a uno fueron cayendo en el lugar ya bien conocido en dos únicas ocasiones anteriores, lugar ya no individual sino ahora matrimonial, lugar ahora blanco y no naranja-negro, pocos muebles, misma música, mismo aroma axe e iguales cuerpos. De la misma forma se despidió la noche, uno a uno fue emigrando, el primero a la una de la mañana, y Beck seguía tocando, el segundo a las tres de la mañana y The Clash empezó a tocar, fue entonces cuando inició un acto más, un puro acto animal y superficial, finalmente el acto tuvo fin, el sueño dio inicio y el juego termino.
A la mañana siguiente, tras el sonido insistente de una alarma que anunciaba las ocho y treinta, aún había residuos de alcohol no bebido, las cenizas de Camel reposaban en el objeto color naranja, la ropa permanecía en el suelo, el sueño continuaba y la clase esperaba. Dos diminutas caricias labiales, un desayuno líquido sabor mango e instrucciones obvias pero confusas fueron los últimos momentos de una noche ya contada, de una noche indiferente, simplemente olvidable… ¿Recuerdas la indiferencia sentida en alguna noche de encuentros?
De esta forma sucedió la noche, uno a uno fueron cayendo en el lugar ya bien conocido en dos únicas ocasiones anteriores, lugar ya no individual sino ahora matrimonial, lugar ahora blanco y no naranja-negro, pocos muebles, misma música, mismo aroma axe e iguales cuerpos. De la misma forma se despidió la noche, uno a uno fue emigrando, el primero a la una de la mañana, y Beck seguía tocando, el segundo a las tres de la mañana y The Clash empezó a tocar, fue entonces cuando inició un acto más, un puro acto animal y superficial, finalmente el acto tuvo fin, el sueño dio inicio y el juego termino.
A la mañana siguiente, tras el sonido insistente de una alarma que anunciaba las ocho y treinta, aún había residuos de alcohol no bebido, las cenizas de Camel reposaban en el objeto color naranja, la ropa permanecía en el suelo, el sueño continuaba y la clase esperaba. Dos diminutas caricias labiales, un desayuno líquido sabor mango e instrucciones obvias pero confusas fueron los últimos momentos de una noche ya contada, de una noche indiferente, simplemente olvidable… ¿Recuerdas la indiferencia sentida en alguna noche de encuentros?
1 comentarios:
poca madre.
recuerdo siempre con indiferencia, no existe otra manera más segura de hacerlo.
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