jueves, 4 de enero de 2007

Sola 2

Paso a paso lentamente, me introducía en la habitación, mi cuerpo comenzaba a sentir vibraciones, una especie de escalofríos cálidos cuales se deslizaban desde la punta de mis pies, atravesando mis largas piernas, la cadera, espalda, mi joven rostro, hasta llegar al término de mi cerebro. Las vibraciones se perdían en mis pensamientos. Ahora no podía distinguir entre los pensamientos y aquellos movimientos extraños nunca antes sentidos, estaba en una confusión, las vibraciones solo recorrían mi cuerpo, mis pensamientos solo recorrían su cuerpo. Ahí, tendida en un lecho de dolor y desesperanza, de frágil apariencia, a punto de quebrarse por el frío, a punto de volar por el viento colado a través de la ventana sin cortinas al fondo de la habitación, a punto de ahogarse por el vino derramado en su piel y apunto de quemarse por la ceniza de cigarro en sus senos… la observaba. De pie, la mirada perdida en ella, mi mente en confusión y mi corazón en convulsión, divagué recordándola en largos pasajes: parada en los pies de la cama, descalza, desnuda, tocándose, encontrándose, observándose en el espejo de contorno dorado; recostada en la alfombra roja, de manos extendidas y piernas abiertas, observando la gran luz suspendida en el techo, susurrando “I´m going to the darklands, to talk in rhyme, with my chaotic soul, as sure the life means nothing, and all things end in nothing, and heaven i think is too close to hell, i want to move, i want to go, i want to go”,con diminuta ropa, escuchada, esperando ser tocada, no esperando ser leída, suspendida en el tiempo mítico y tiempo histórico. Sin cansancio, sin remordimiento, mis ojos visitando su figura, acechándola, soñándola, oliéndola y casi sintiéndola… recordé que alguna vez la amé.

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