¿Cuál fue?
Mi pecado fue tocarte al descubierto, permitir expresarme como siempre había deseado y como nunca me he arrepentido, el crimen fue no detenerme cuando mi cuerpo comenzó a caer en el lecho más sincero de la sensualidad, mis manos deambularon sin temor ni precaución pues se encontraron contigo, mis piernas se entrelazaron sin pensar y sólo con sentir, y realmente sintieron. La indiferencia de poder vernos la encuentro al percatarme de la exigencia corporal de satisfacer siempre una vez más, el silencio de tu lengua se expresa a través del cansancio emanado de aquella noche de primavera, la distancia sutilmente delineada de tu organismo a mi organismo representa la profundidad que conseguimos al fundirnos. No hay forma de regresar el tiempo, y realmente no deseo hacerlo, no podemos escucharnos sin recordar las melodías de suspiros y palpitaciones por largas horas, siempre hay manera de regresar al espacio de cariño y entendimiento, pero no hay forma de ser quienes fuimos, ahora sólo seremos… lo que tu quieres que sea.
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